Después de trabajar como actor una larga jornada en el montaje realizado por José de Jesús Terrazas de “El juego que todos jugamos”, decido probar la oportunidad de realizar una versión de este maravilloso texto, conservando su estructura y formas narrativas. Y es que ”El juego” es para mí un gran texto que sin duda revisitaré hasta lograr la versión ideal y consistente con la que sueño, o hasta que logre apreciar lo valioso de ese texto con sus propias formas.
Vale, pues es un texto que hace una especie de teatro dentro del teatro, donde los actores narran de manera lúdica el proceso creativo, buscando en diferentes posibilidades, géneros y disposiciones escénicas la manera de decir algo importante y que valga la pena escuchar, cuestionando así la utilidad del teatro, sobre todo cuando no hay una búsqueda o intento por dialogar artísticamente, reduciéndolo al mero entretenimiento (cosas que la televisión o el cine hacen muy bien, y sin necesidad de salir de casa).
El autor, cierra entonces de manera contundente al elegir diversos autores para intentar hacer una reflexión psicoanalítica, histórica y filosófica de lo que implica el "ser humano", no me extraña entonces que el texto me haya inquietado y fascinado tanto en aquel entonces, y aprovechando la oportunidad que se me presentaba para presentar puestas en escena a estudiantes de nivel bachillerato, pues decido realizar mi pobre y triste versión del montaje que francamente no era sino una "reproducción modernizada" que se presentó en el foro Ana María Hernández de Coyoacán con el siguiente reparto:
María del Carmen Félix, Gerardo Ochoa, Mariana Villegas, Aristoteles Luque, Tania Ángeles Begún y yo interpretando el mismo papel que ya tenía aprendido.
De lo mas rescatable de la experiencia fue la satisfacción de realizar un trabajo junto a grandes amigos, así como sentar las bases de trabajo que me permitirían seguir levantando mis propios proyectos, pues dicho sea de paso tanto la logística como la producción se llevó a cabo únicamente con la ayuda de Roldan Ramírez que en aquel tiempo se quien se encontraba conmigo.
Era una época verdaderamente gloriosa , con todo por descubrir y la enorme satisfacción de ver el fruto de nuestro enorme esfuerzo, pues cabe destacar que nuestros ensayos comenzaban a las once y media de la noche y en ocasiones llegaban a durar hasta las cuatro o cinco de la mañana, energía juvenil.
Los ensayos se realizaban en la casa del actor Jesús Ochoa, quien generosamente prestaba su inmueble no solo para que ensayáramos, sino para que jóvenes y sonorenses actores pudieran residir en el Distrito Federal para realizar sus estudios. Cabe destacar que en aquel entonces nos encontrábamos estudiando en Casa azul, lo que nos permitía irnos por la mañana juntos a clase en el auto de Rodolfo Nevarez (metidos somo sardinas).
De esta época se desprende también Juzgando la vida y ¡Quiero ser escuchado! que se dan gracias a que como mencioné anteriormente, no quedé satisfecho con las indagaciones previas hechas a Jodorowsky.
El autor, cierra entonces de manera contundente al elegir diversos autores para intentar hacer una reflexión psicoanalítica, histórica y filosófica de lo que implica el "ser humano", no me extraña entonces que el texto me haya inquietado y fascinado tanto en aquel entonces, y aprovechando la oportunidad que se me presentaba para presentar puestas en escena a estudiantes de nivel bachillerato, pues decido realizar mi pobre y triste versión del montaje que francamente no era sino una "reproducción modernizada" que se presentó en el foro Ana María Hernández de Coyoacán con el siguiente reparto:
María del Carmen Félix, Gerardo Ochoa, Mariana Villegas, Aristoteles Luque, Tania Ángeles Begún y yo interpretando el mismo papel que ya tenía aprendido.
De lo mas rescatable de la experiencia fue la satisfacción de realizar un trabajo junto a grandes amigos, así como sentar las bases de trabajo que me permitirían seguir levantando mis propios proyectos, pues dicho sea de paso tanto la logística como la producción se llevó a cabo únicamente con la ayuda de Roldan Ramírez que en aquel tiempo se quien se encontraba conmigo.
Era una época verdaderamente gloriosa , con todo por descubrir y la enorme satisfacción de ver el fruto de nuestro enorme esfuerzo, pues cabe destacar que nuestros ensayos comenzaban a las once y media de la noche y en ocasiones llegaban a durar hasta las cuatro o cinco de la mañana, energía juvenil.
Los ensayos se realizaban en la casa del actor Jesús Ochoa, quien generosamente prestaba su inmueble no solo para que ensayáramos, sino para que jóvenes y sonorenses actores pudieran residir en el Distrito Federal para realizar sus estudios. Cabe destacar que en aquel entonces nos encontrábamos estudiando en Casa azul, lo que nos permitía irnos por la mañana juntos a clase en el auto de Rodolfo Nevarez (metidos somo sardinas).
De esta época se desprende también Juzgando la vida y ¡Quiero ser escuchado! que se dan gracias a que como mencioné anteriormente, no quedé satisfecho con las indagaciones previas hechas a Jodorowsky.
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